EL GATO

En el ce una trama de drama se enqama con un gato ce me asusta... ma.

‘Este se des’via de la norma por dos factores en particular: primero, trata de algo ce no es un video-juego, i segundo, es una pesadiya. Faze¹ falta aclarar una cosa sobre mis sohos², i es ce si bien una mayo’ria ‘destos comparten la te’matica de teqor entre ‘si, no muxos son pesadiyas—de las ce asustan i despiertan al sohador.

I la trama va algo a’si: una pe’licula barata de televi’sion, parezida en estilo a las de Lifetime³, sobre una manga deplorable de jente rica, cuyos problemas primermundistas parezen ser de importanzia para el escritor de la pe’licula. Por alguna qa’zon, el sohador es un personaje i, a pesar de ce, como parte de la intui’zion sohadora, ’este sabe ce es’ta en una pe’licula, el punto de vista por el cual esperimenta los acontezimientos, es el suyo i no el de una ‘camara.

El foco de la istoria es’ta con una pareja, de la cual el ombre, se’gun la trama, es malo. Esto es conozido al sohador, ya ce en una eszena temprana del soho-pe’licula, ocuqe un altercado entre el ombre i la mujer, sobre algo ce no se qecuerda ya; es posible ce, ‘mas ce un altercado, aya sido una interac’zion tensa.

Poco ocuqe a lo largo de la zinta, asta ce, zerca del final, la mujer confronta al marido: se faze evidente entonzes, ce ela sabe sobre ’el ce ’este es’ta la utilizando para qecolectar dinero (o favores, o algo por el estilo), el cual se obtiene a tra’ves de un ‘metodo ce las vagedades del soho no dejan en claro: al’gun aspecto del ca’racter o profe’sion de la mujer es esplotado para anotar “‘perdidas en ingresos”, a partir de donde surje la qiceza… de la nada?

Sin importe, lo ce qesata a’ci es lo particular ce es un soho tan abuqido, para ce prezeda lo ce sige a continua’zion. Asta este punto, el soho abe sido una istoria sobre problemas, escrito por algien ce no entiende la vida qeal⁴.

La interac’zion ‘mas activa por parte del sohador a lo largo del soho, fue cuando, en un punto, se le’go⁵ a sentar justo entre el ombre i la mujer, en la sala de estar, mientras estos dos se peleaban.

Durante el altercado final, la eszena corta sin aviso previo, perdiendo por vez primera el punto de vista del sohador: un piano, teclado u ‘organo en una sala con ilumina’zion tenue, ocupa la mayor parte de una toma es’tatica. El instrumento enfrenta la direc’zion opuesta a la ‘camara, ocultando el cuerpo de algien cien po’dria estar agazapado frente a ’este. Una mano toca todas las teclas, desde la ‘mas alta asta la ‘mas baja, varias vezes.

Vuelve el punto de vista al del sohador. ‘Este se encuentra ora sentado en un sedul⁶, cuya posi’zion se po’dria describir como incoerente: alineado con la pared, dando la espalda a ’esta, casi aoriyado contra la intersec’zion de dos paredes (amarilas, de fexo); le impide permitirse ‘mas espazio en la escina un mueble de qopa, de la cual cuelga una buena cantidad de atuendos, tanto por enzima de la cabeza del sohador, como bajo de ‘si. Se sienta en el estremo derexo del sedul, teniendo el qopero a su mano derexa.

Un maulido urjente, insezante, creziente, ingresa de poco en poco, asta ce es imposible ignorarlo; sige subiendo, ora es un clamado. El sohador mira fazia su derexa, fazia el qopero: de entre la qopa mana el quido del gato; mete la mano.

“No soi

un gato”.

El sohador ciere despertar, no ciere ver la cara del no-gato, no ciere la revela’zion. Los instantes de ten’sion, mientras surje la figura de entre la qopa, son eternos. Viene el gato a la cara del sohador.

I desper’te de un qoncido: me estaba aogando.